Dentro de
las actividades del XI Ciclo de Música Sacra ‘Maestro de la Roza’ destaca con
brillo propio la presencia de Nektaria Karantzi, cantante griega especializada
en música bizantina. Al margen de su recital (viernes, 13), interesa aquí
destacar su clase magistral del jueves, 12 de noviembre, en el Seminario de
Musicología ‘Emilio Casares’ de la Facultad de Filosofía y Letras de La Universidad de Oviedo.
Para la
perfecta organización del acto los jóvenes de la Escolanía San Salvador,
comandados por la organista Elisa García Martínez y su presidente, Ignacio Rico
Suárez, prepararon y entregaron a los asistentes unas carpetas con el material
didáctico correspondiente.
La Dra.
María Sanhuesa, profesora de Ciencias de la Música de la Unversidad de Oviedo, presentó a la ponente con
una bien trazada semblanza, breve y al tiempo muy completa.
Aunque su
trayectoria es conocida, cabe recordar que Karantzi empezó a cantar desde niña,
que se graduó en canto bizantino y que ha recorrido muchos países y grabado
discos interpretando repertorio popular y bizantino, compatibilizando estas
actividades con clases magistrales en universidades y centros prestigiosos (como
La Sorbona o la Academia Franz Liszt de Hungría). Por eso, como muy bien decía
la profesora Sanhuesa, su presencia en la Universidad de Oviedo es un
privilegio y todo un honor.
Un nutrido y
atento grupo de asistentes, procedentes de ámbitos diversos (musicólogos,
filólogos, músicos…) siguió las explicaciones de la cantante, ilustradas con
una serie de ejemplos que ella misma interpretaba. Por cierto, escuchar esas
melodías, con sus cromatismos, adornos
y sutiles inflexiones de la voz —que nos liberan, aunque sea
temporalmente, del sistema temperado
de las escalas occidentales— resulta como un soplo de aire fresco para
nuestros oídos.
Comenzó
Nektaria Karantzi aludiendo a la herencia recibida por el canto bizantino de la
Grecia clásica, que afecta incluso a cuestiones de disposición de los cantores
en el interior del templo relacionadas con los usos del antiguo teatro griego.
Tras
explicar brevemente el mecanismo de la notación bizantina (que no lleva líneas
a modo de pauta, pero que no por ello es adiastemática actualmente) procedió a
introducirnos en el sistema general del octoekos, con sus modos auténticos y
plagales (terminología que pasó al canto gregoriano, como se sabe),
enriquecidos no sólo con sus diversas variantes sino, sobre todo, con la
cuestión de los géneros, a saber, el diatónico, el cromático y el enharmónico.
Esta denominación procede de la teoría de la Grecia clásica, naturalmente, pero
hay diferencias en diversos puntos. La cantante cantó con hermosa voz pasajes de
piezas en distintos modos y géneros. Nos llamó la atención el contexto festivo
en que suele usarse el género enharmónico, por ejemplo en bodas y bautizos, con
un sabor casi popular en ocasiones.
Los modos
bizantinos están asociados a un valor moral, retomando así la vieja teoría del
ethos de tradición platónica. Parece que a este elemento se le da mucha
importancia en la música bizantina, hasta el punto de que se cuidan mucho, por
ejemplo, de asignar ciertos modos caracterizados por su solemnidad a los textos
que tengan carácter dogmático, como es el caso del “Credo”.
También
aludió Nektaria Karantzi a la pervivencia, en ciertas zonas de Grecia, de
procedimientos propios del canto bizantino en la música de tradición oral.
Sin duda
ninguna esta clase no pretendía ir más allá de una simple introducción, pero lo
cierto es que resultó fascinante por el mundo sonoro al que nos invita y por la
propia manera, serena, cordial y cercana, con que Nektaria Karantzi nos lo fue
fue abriendo.
La cantante griega recibió largos y cálidos aplausos al acabar su intervención y el ulterior coloquio. Y también los hubo para el traductor (pues la artista habló en griego), el profesor Ramsés Fernández, que lo hizo para nota.
La cantante griega recibió largos y cálidos aplausos al acabar su intervención y el ulterior coloquio. Y también los hubo para el traductor (pues la artista habló en griego), el profesor Ramsés Fernández, que lo hizo para nota.
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