Educación y Descanso usufructuaba en
Oviedo el Palacio de Valdecarzana, sito en la plaza de la Catedral. Además de
su uso residencial desde el siglo XVII, también fue casino en tiempos de Clarín
y actualmente es sede, junto con el colindante Palacio de Camposagrado, de la
Audiencia regional.
Llegué a conocer aquellas estancias
cuando aún existía Educación y Descanso, a mediados de los 70. En el bar del
centro servían unos bocadillos de mejillones que resultaban baratos incluso
para la precaria economía estudiantil y que se prescribían como protector estomacal
antes de irse de parranda por la zona antigua. Todo era ya un poco astroso y
desaliñado en aquel noble caserón.
Lo que traigo al blog en esta ocasión
es el recuerdo de la formación sinfónica que se llegó a organizar bajo los
auspicios de la Jefatura Provincial de Educación y Descanso. La orquesta nace
como Agrupación Sinfónica en 1940. Funcionó inicialmente, según una nota
publicada en un programa de mano de la época, como “Gran Orquesta Sinfónica”,
ofreciendo muchos conciertos en talleres, fábricas, minas, etc.
En 1942 se convierte en la Orquesta de
Cámara de Oviedo, produciéndose una selección de los instrumentistas que
redundó en una mayor calidad. Al mismo tiempo el repertorio pasó a centrarse en
la música del Barroco y del Clasicismo: Vivaldi, Haendel, Mozart o el primer
Beethoven. Se la conoció también con otros nombres a lo largo de su historia,
como Orquesta Sinfónica Provincial de Educación y Descanso, Orquesta Sinfónica
“Ángel Muñiz Toca, Orquesta Sinfónica de Cámara de Oviedo (sic) y alguno más
seguramente debido a una cierta confusión en los medios periodísticos derivada de su larga denominación.
Los objetivos eran claros. En un
díptico propagandístico muy curioso de esos años se ofrecen las fotos de una
docena de músicos en sus quehaceres profesionales ordinarios. Unas líneas de
presentación explican que la orquesta “está constituida íntegramente por
productores”. La palabra “productor” era muy usada en el franquismo para evitar
referirse referirse al proletario (con sus connotaciones de lucha de clases,
entonces supuestamente superada) o al obrero o asalariado en general.
Productores que, “en las horas libres de su trabajo estudian, ensayan y
aprenden la música, y despiertan entre sus camaradas los trabajadores el amor a
la Patria y a los más altos valores espirituales”.
En los programas de mano de la Orquesta
no era raro que constase toda la plantilla. En uno de un concierto del 14 de
abril de 1946, dirigido por el ilustre maestro Ángel Muñiz Toca y celebrado en
el Monumental Cinema de Madrid (en lo que era el gran espaldarazo de la
Orquesta de Cámara de Oviedo), tenemos: la sección imprescindible de la cuerda,
dos flautas, dos oboes, corno, fagot, tres trompas y timbal. O sea, unos
efectivos adecuados para mucha música de cámara y para los albores del
repertorio sinfónico. La orquesta contaba con pianista titular y con
papelero-ordenanza.
Esta plantilla del programa de mano no
se limita a los efectivos instrumentales sino que incluye los nombres de los
músicos responsables de cada instrumento (con sus diversas categorías internas)
así como las actividades profesionales que desarrollaban al margen de la música.
Tanto entre las 12 fotografías de
productores músicos del díptico antes citados como en la más amplia relación
que figura en el programa del concierto de Madrid de 1946, donde constan 45
nombres, encuentro a músicos a las que conocí y con las que tuve diverso trato.
Por cierto, sólo un par de mujeres militaban entonces en aquella orquesta.
Recuerdo al simpático Cástor González (viola y dibujante); cómo no, al entonces
violín II y futuro concertino, el excelente violinista Alfonso Ordieres; a don
Prudencio, que trabajaba en la ferretería Lacazzette y era el concertino de la
orquesta; a Carlos Luzuriaga, viola. Estos tres últimos fueron profesores en el
Conservatorio de Oviedo. Y a otros que aún estaban activos a fines de los 70 y
principios los 80, cuando uno andaba a su vez más metido en el mundo de la
música y los medios periodísticos.
Como muestra del repertorio abordado
por esta orquesta, recogemos el programa de ese importante concierto de 1946 en
la capital de España. En el programa de mano se insiste en la condición de
aficionados de todos los miembros de la orquesta, solicitando el cariño del
público en virtud de esta circunstancia. He aquí las obras interpretadas:
Primera parte:
Obertura de las Bodas de Fígaro (Mozart)
Concierto en Re mayor para flauta y
orquesta (Haydn), siendo solista
el miembro de la orquesta César San Narciso.
Concierto en Re mayor para piano y
orquesta (Haydn) con el pianista
titular de la orquesta como solista, Mario González Nuevo.
Segunda parte
II Sinfonía (Beethoven)
Paisaje Asturiano (Fresno, que se refiere a Manuel del Fresno y
Pérez del Villar).
No es fácil saber cuánto "amor a la
Patria"
generó una iniciativa como esta de Educación y Descanso, aunque ése
fuese uno de los fines expresos del proyecto. Probablemente muy poco entre las
masas de “productores” aún tocados en buena medida por el doloroso trauma de la
Guerra Civil y por la durísima represión de la posguerra. Pero no nos cabe duda
de que esta Orquesta de Cámara de Oviedo sí fomentó un amor a la música en la
sociedad asturiana y que ello se hizo en tiempos difíciles para todos.
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