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viernes, 31 de marzo de 2017

Exposición sobre Barbieri en la Biblioteca Nacional

Viene bien disponer de una información solvente antes de asistir a una exposición. Es una buena receta para disfrutar un poco más de la visita. Hoy día las páginas web de las instituciones organizadoras de este tipo de muestras son una herramienta muy útil a ese fin. Sin embargo, sigue uno apegado al manejo de los catálogos, que guardan memoria de lo visto (o adelantan lo que se va a ver) de una manera en cierto sentido más perdurable y más cercana.
Ahora me deleito -gracias a la gentileza y amistad de su comisario, el profesor Emilio Casares- con el catálogo de la exposición Barbieri: música, fuego y diamantes, que se muestra en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, desde el 24 de febrero hasta el 28 de mayo del presente año 2017.
Tuve oportunidad de ir siguiendo el trabajo de Emilio Casares en los meses previos a la exposición y de escucharle algunas de sus preocupaciones así como de conocer las gratas experiencias que le deparó este proyecto.
Una dificultad intrínseca es que, siendo Barbieri principalmente un hombre de la música, la parte visual de una exposición sobre su figura podría resultar menos vistosa que una sobre un pintor, un orfebre, un diseñador u otros artistas plásticos.
Sin embargo este tipo de problemas quedaron resueltos de manera muy satisfactoria por lo que ahora comentamos. No se olvide, por otro lado, que aunque se contó con colecciones particulares y de otros centros, el legado Barbieri está en la Biblioteca Nacional y que en este aspecto la colaboración de José Carlos Gosálvez, Director del Departamento de Música y Audiovisuales de la BNE, resultó sumamente relevante y ello no sólo por el artículo específico que firma en el catálogo sobre el archivo y la biblioteca Barbieri.
El visitante podrá encontrar manuscritos y ediciones de las obras más significativas del maestro Barbieri, aquellas que están en la memoria de muchos, como Jugar con fuego o Los diamantes de la corona. Títulos, por cierto, que inspiraron el de la propia exposición.
Mas la muestra ofrece como elemento particularmente atractivo (y en algunos casos de notable valor en el marco de las artes visuales) una amplia colección de óleos, fotografías, grabados o dibujos que retratan al artista, a sus familiares y a algunos de los protagonistas de la música y el teatro del momento. Además hay cartas, programas y numerosos documentos variopintos.
Destaca igualmente un abanico de objetos que nos devuelven algo de lo que rodeó a Barbieri. Ahí está, por ejemplo, su artística batuta, o bien una tela con su nombre bordado en rojo; o la preciosa bandurria del músico, que conservan sus descendientes; o acaso el abrecartas de madera lacada que también lleva grabado el nombre del artista; y ya puesto a celebrar la propia identidad, Barbieri también tenía una caja de puros a él dedicada y unos tampones de plata con sello para sus iniciales, objetos éstos que están en manos de otra rama de su descendencia, en concreto en la colección de Isabel Kindelán. Este ramillete de cosas que acabo de seleccionar basta para demostrar que la exposición no sólo está concebida con mucha base y conocimiento del autor, sino también con cariño y sensibilidad.
Mención especial merecen los figurines para antiguas y modernas representaciones de las obras de Barbieri, con aportaciones de artistas tan destacados como Federico de Madrazo y Kunz (s. XIX), o las encantadoras maquetas de diversas escenografías, traídas de museos y centros dedicados al teatro que complementan muy bien los fondos de la propia BNE y de diversos particulares.
Encontramos igualmente en esta muestra un fonógrafo y varios rollos de pianola así como un par de curiosos instrumentos mecánicos de la década de 1870, el Aristón, que es una especie de organillo que sonaba con discos de cartón perforado, y el Herophón, que cumplía la misma función de uso doméstico que el anterior.
No puedo olvidar un sector de la exposición que me interesa vivamente. Me refiero a las joyas bibliográficas que el maestro Barbieri atesoró. Tenemos las ediciones de los grandes polifonistas españoles del Siglo de Oro (Victoria, Guerrero…), de la fascinante escuela de vihuelistas de la misma época (Venegas de Henestrosa, Luys de Milán…) así como primeras ediciones de grandes tratados de los siglos modernos, como pudieran ser los de Kircher o Rameau, la compilación de Gerbert, entre otras maravillas y algunas curiosidades bibliográficas.
El catálogo incluye cuatro estudios: uno, del propio comisario, Emilio Casares, que es panorámico y traza una jugosa síntesis del autor y su significado en la música y la cultura españolas; otros dos, de María Encina Cortizo y e Isabelle Porto San Martín, que tratan respectivamente sobre el teatro musical y sobre los libretistas de Barbieri; además, el ya citado de José Carlos Gosálvez.
No queremos dejar de citar a los diseñadores: Enrique Bonet (para la exposición) y al Estudio Joaquín Gallego, para el catálogo, que lleva al principio dos textos de presentación, uno de Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación, Cultura y Deporte, y otro del escritor Luis Alberto de Cuenca, en representación del Real Patronato de la BNE.
Una vez más, el profesor Casares plantea su actividad profesional como transferencia del conocimiento, sirviendo a una sociedad que demanda saber más de su propia historia y dándole así las herramientas para que pueda ser más libre y más capaz de acertar a la hora de tomar las decisiones relativas a su futuro.

Ilustración: Barbieri en una litografía de N. González. Col. A. Medina.

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