Si uno
encendía la tele un rato antes de que comenzase la programación (cuando ésta no
era continua), se encontraba con la “carta de ajuste”. Se trataba de una imagen de formas geométricas y variados colores a modo de un extraño parchís. Antes de que llegase el color color, la imagen modulaba en
una amplia escala de grises
A fines de
los 70, por poner un ejemplo, la carta de ajuste del primer canal aparecía en
pantalla a las 13,45 para la primera franja de emisión, y luego, tras un
descanso de un par de horas, a la 18,45. Posteriormente, al ampliarse el horario,
la carta de ajuste salía sólo en antena a primera hora de la mañana. Duraba
un cuarto de hora, pero en los tiempos históricos de la TV podía durar media hora o
más. El segundo canal tenía menos horas de emisión, pero tampoco faltaba la
carta de ajuste como obligado preámbulo de cada jornada.
La carta de
ajuste resultaba de mucha utilidad técnica, pero a nivel doméstico permitía apenas dos
o tres operaciones. Por ejemplo, establecer el brillo y la intensidad de los
colores, para lo que había unos botones específicos. Además (y esto resultaba
muy emocionante y le hacia sentirse a uno poco menos que como un técnico de TV)
existía una ruedecilla en la parte trasera del aparato con la cual era posible
centrar la imagen si se detectaba que los dibujos de cada esquina de la
pantalla no estaban situados de la misma manera respecto al borde.
La carta de
ajuste también servía para comprobar el sonido, razón por la que siempre había
música acompañando esa imagen. La programación musical de la carta de ajuste
fue en general muy ecléctica.
***
Existe un estudio sobre la música en la
carta de ajuste referido a los años 1966-1975. Su autor, Pedro Mombiedro
Sandoval, analiza toda una serie de circunstancias por las que la carta de
ajuste fue, como sugiere desde el propio título, una “isla de libertad” para la música en aquellos años
del segundo franquismo.
Pedro Mombiedro
distingue dos subperíodos dentro de los años acotados para su estudio. En cuanto al
primero (1966-1969) establece que la música contemporánea tuvo una presencia
del 3,4%. Se trata de música académica del siglo XX, de la que especifica: “Entre los autores
contemporáneos figuran compositores internacionales como D. Shostakovich, K.
Penderecki, O. Messiaen, A. Copland,.. junto a españoles como O. Esplá, F.
Mompou, J. Muñoz Molleda, J. Alonso, J. Rodrigo, o los más jóvenes C. Halffter
o L. de Pablo”.
En el segundo período
(1970-1974) los datos de este autor revelan un descenso de la presencia de la
música contemporánea, que se queda en el 1,4%. Y un detalle curioso: “De
‘Contemporánea’ –dice Mombiedro- llama la atención que, a partir de julio de
1974, ya no aparece emisión alguna, en otras palabras: deja de emitirse”.
El estudio de
Mombiedro concluye en 1975, pero la música de la carta de ajuste seguiría
siendo un espacio lleno de interés para determinados sectores de la música en
los años sucesivos. Ello pese a que en general lo veíamos como un simple fondo
musical al que casi nadie prestaba demasiada atención, ansiosos como estábamos
esperando la hora de comienzo de la programación “de verdad”.
***
Tomé conciencia del
interés de la carta de ajuste en los primeros años 80, a través de mis
continuados contactos con el compositor Ramón Barce. Como primer presidente de
la Asociación de Compositores Sinfónicos Españoles, Barce sabía que la música
contemporánea necesitaba salir a la luz por todos los medios que pudiese haber
a su alcance. En esos años apenas existían grabaciones con la música del propio
Barce y de la mayoría de sus colegas generacionales o más jóvenes. Todo lo
concerniente a la nueva música era, en general, minoritario y contaba con pocos
recursos.
Por esa razón se
realizaron una serie de gestiones para que los compositores que habían
introducido en España las vanguardias de la segunda mitad del siglo pudiesen tener
una cierta presencia en la carta de ajuste. Había un interés pedagógico, pues
con la carta de ajuste esas músicas de nuevo cuño podían llegar a muchos
hogares españoles. Mas tampoco faltaba un interés crematístico, ya que una
asociación como la ACSE se planteó siempre el reconocimiento profesional y
económico de la creación musical.
Ciertamente, mirando
la programación de esos años (sólo a nivel de muestreo) encontramos que al menos una vez a la semana había
espacios bajo el rótulo de “Música española contemporánea”, lo que tenía que
devengar los correspondientes derechos. Todo esta etapa de la carta de ajuste
en los años de la Transición y la democracia, dicho sea de paso, no ha tenido
estudios como el que citamos para los años previos. Tengo la impresión de que
la presencia porcentual de la música española contemporánea siguió siendo muy
pequeña, pero tal vez un poco mejor distribuida en cuanto a los autores
seleccionados.
En todo caso, las casi
anodinas cartas de ajuste, a las que “muy poca gente las presta
atención” (como leemos en Ritmo, septiembre de 1976 y laísmo incluido) fueron
no sólo un espacio sobre el que programadores de televisión volcaron sus
ilusiones, sus gustos y sus riesgos, sino también un legítimo objeto de deseo
en lo tocante a la difusión de la nueva música y a la obtención de recursos
económicos que dignificasen (aunque fuese en una modesta proporción) el trabajo
de los compositores españoles del momento.
Referencias:
Ilustrración: disponible en YouTube: https://www.google.es/search?q=carta+de+ajuste&client=firefox-a&rls=org.mozilla:es-ES:official&channel=np&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiG7qjR0sHTAhXCNxQKHbaND78Q_AUICCgB&biw=1243&bih=731#imgrc=nstbDR4iXNCGNM:
Mombiedro
Sandoval, Pedro: “La música de la carta de ajuste: una isla de libertad
(1966-1975)”, Ámbitos, núm. 26, septiembre-diciembre, 2014, Universidad de
Sevilla.
Ritmo :
revista musical ilustrada,
Número 464,1976 septiembre, p. 38.