A fines de septiembre
se cumple un año de la creación de El otro a ratos. En términos escolares, cabe decir que
concluyó el curso 2015-2016 y comienza el 2016-2017. En el período transcurrido
escribí 55 entradas, siguiendo el criterio de asiduidad que se aconseja para
este tipo de espacios en Internet. Merece la pena realizar un pequeño balance.
Lo primero, sin duda,
es mostrar mi agradecimiento más profundo a los lectores. Algunos han dejado
incluso sus comentarios. Lo cual es algo muy enriquecedor, pues no faltan en
ellos matices y observaciones de interés. Se contabilizaron más de 8.500
visitas, lo que no es nada para ciertos blogs, pero no está mal para un sitio
dedicado principalmente a la musicología, por más que se trate de ella de una
manera que intenta ser amena y sin pretensiones impropias de este medio. Un
razonable número de dichas visitas se produjo durante las vacaciones, así que
el cierre temporal no tuvo las consecuencias negativas que algunos expertos
auguran para este tipo de sitios de la Web cuando dejan de tener novedades.
Creo que incluso sucedió lo contrario y que el carácter atemporal de muchos de
mis comentarios contribuye a la circulación de los mismos en fechas lejanas a
su publicación.
Puedo extraer una
constatación con los datos que suministra el escritorio desde el que subo los
textos: las entradas más visitadas son aquellas en las que se habla de la
actividad musicológica de mis colegas, en particular de los más jóvenes.
También hay algunos intérpretes y compositores con mucho tirón.
La razón es bien
sencilla. Dado que uno no hace propaganda de su cuaderno de bitácora y se
limita únicamente a informar a los aludidos en dichos artículos, el número de
visitas que éstos reciben depende sólo en parte del interés intrínseco del
asunto. De hecho puede postularse que, en buena medida, va en proporción
directamente proporcional a la popularidad de los protagonistas de dichos
artículos en las redes sociales, con Facebook a la cabeza.
Si se echa un vistazo
a los 10 más visitados, lista que figura a la derecha de la página principal
del blog, se ve muy bien esto que comento. Y en este aspecto ninguna entrada se
acerca ni de lejos a la dedicada al libro sobre Manrique de Lara de mi querida
colega Diana Díaz, reina absoluta de El otro a ratos. Es cierto que en el Top 10 hay personas ya fallecidas, pero
cuentan con familia y amigos que velan por su memoria. Es el caso de Ramón
Barce o el de Alfredo de la Roza, por lo que esta conclusión sigue siendo
válida.
Frente al gratificante éxito de este tipo de entradas, he de reconocer que
existe un grupo de textos que no concitan del todo los favores del público. Y
eso que yo los escribo con suma dedicación e incluso creo sinceramente que son
de lo mejorcito que pueda encontrarse en este sitio. Pero, claro, hay varios
factores que conspiran para que no puedan gozar de una aceptación más amplia,
pues hablan de cosas a veces un poco raras o de personas de otros tiempos.
Jacobo de Lieja, por
ejemplo, no tiene Facebook por aquello de que vivió entre los siglos XIII y
XIV. Rameau y su sobrino, al que describí como maestro de los “air instruments”
a partir de la obra de Diderot, tampoco. Los diablillos gritones y okupas de los endemoniados, entrada con
ilustración original de David Medina realizada para la ocasión, son unos
marginales a los que casi nadie hace caso. Pygmalión y Galatea no cuentan con
un club de fans. Las nostalgias musicales de Quintiliano o de Fray Luis pecan
de demasiado especulativas, lo mismo que la un tanto erudita reflexión sobre La Isla Sonante de Rabelais.
Y casi peor es el
caso de ciertos temas, como el canto descuidado en sufragio de las
ánimas del purgatorio o gorigori, la teoría de los cuatro elementos o cosas
así.
Pero que nadie piense
que esto me echa para atrás. Todo lo contrario, pues escribo de lo que gusta y
estos asuntos-límite y un tanto periféricos me encantan. Y me consta, además,
que hay lectores y lectoras que comparten este gusto, que es al fin y al cabo
uno de los signos distintivos del blog.
Por lo dicho hasta
aquí bien se puede deducir que El otro a ratos seguirá en la línea trazada cuando
arrancó hace un año: música y musicología al hilo de la experiencia de ayer y
de hoy.
Deseo un buen "curso académico" para este blog, el cual viene con buenas calificaciones tras superar exitosamente el anterior.
ResponderEliminarEl autor comparte con nosotros su "experiencia de ayer y de hoy", una experiencia llena de interés y que le da a este blog su personalidad y atractivo.
Un abrazo.
¡Muchísimas gracias por tus palabras y tus buenos deseos! Espero estar a la altura.
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