lunes, 30 de octubre de 2017

En los últimos años hemos asistido en Asturias a un incremento del número de bienes patrimoniales relacionados con la música que han obtenido la categoría de Bien de Interés Cultural, una distinción que, como se sabe, es la máxima que se concede en el ámbito estatal. Ahora le toca el turno a una selección de órganos asturianos que consiguen la mención de BIC por el Decreto 62/2017, de 20 de septiembre del año en curso, publicado en el Boletín Oficial del Principado de Asturias de 17 de octubre de 2017.
El hecho de que un determinado tipo de patrimonio adquiera el rango de Bien de Interés Cultural depende de toda una serie de trámites, informes y decisiones que competen al Principado y a las diversas instituciones que son consultadas, incluso a la opinión pública, pero no hemos de olvidarnos de que la iniciativa suele partir en muchos casos de la propia sociedad civil, es decir, de personas o entidades que conocen aquello que desean proteger con el marbete de BIC y que realizan los trabajos previos para presentar el documento de inicio de todo el proceso. En el caso de los órganos de Asturias, este equipo estuvo formado por María Sanhuesa Fonseca (profesora de Musicología de la Universidad de Oviedo), Susana García Lastra (profesora y concertista asturiana que ejerce de organista en varios centros sevillanos), y Enrique Campuzano Ruiz (director del Museo Diocesano de Santillana del Mar y presidente de la Asociación del Órgano Hispano).
La selección ha sido realizada, como se señala en el decreto, según “criterios de antigüedad, originalidad en la mecánica y disposición de piezas, documentación disponible, innovaciones tecnológicas y variedad de estilos y técnicas de transmisión, de manera que se proteja un compendio o síntesis de la organería en Asturias a lo largo de los últimos cuatro siglos”.
Los órganos que han pasado a formar parte de este selecto grupo son los siguientes, que trasladamos literalmente del decreto citado:
—  dos órganos de la iglesia conventual de San Juan de Corias, en Cangas del Narcea, del XVIII y del XIX respectivamente.
—  órgano de la colegiata de Covadonga, del último tercio del siglo XVIII.
—  órgano de la iglesia de Santa María del Concejo de Llanes, de 1925.
—  órgano de la iglesia de san Isidoro de Oviedo, de 1678. es el más antiguo de la comunidad y previamente estaba en la catedral de Oviedo.
—  órgano de la catedral de Oviedo, de 1903-05.
—  órgano de la colegiata de Santa María la Mayor de Pravia, de 1781.
—  órgano de la iglesia de Santa Marina de Puerto de Vega, en Navia, del siglo XVIII.
—  órgano del monasterio de Santa María de Valdediós, de 1713.
—  órgano de la iglesia de Santa Eulalia de Luarca, de 1923.
—  órgano de la iglesia de Santa María la Real de la Corte de Oviedo, de 1705.
Los autores del informe realizan una apretada síntesis de las diversas tipologías de órgano que van llegando a Asturias, desde el órgano barroco hasta los órganos románticos, dando referencias sobre los organeros responsables de la construcción de los mismos, alguno de los cuales llegó a tener taller propio en el Principado.
El informe incluye una ficha para cada uno de los órganos seleccionados en cuyo punto primero se da cuenta de la ubicación, fecha, persona responsable del instrumento, entre otros detalles generales. A continuación, se estudian un conjunto de aspectos como la caja, la consola, el secreto, los registros, la tubería, la mecánica de transmisión, el aire, el estado de conservación, concluyendo la ficha con dos apartados dedicados a “otros” y a “observaciones”. A destacar el complemento gráfico que, con todo lo demás, otorga a este informe un valor de referencia para abordar cualquier estudio sobre los órganos de Asturias.
No dejan de lamentar los autores del documento los daños que diversos acontecimientos bélicos de los últimos siglos causaron en estos instrumentos. Estos daños se ven agravados por el mal uso, la desidia o la ignorancia. Naturalmente, un informe de BIC no es el sitio adecuado para enumerar las barbaridades cometidas, por unas u otras de las razones antedichas, en el patrimonio de los órganos asturianos, pero no conviene que se olviden este tipo de cuestiones. Y digo más: a las tropelías ejecutadas en tiempo de guerra, los investigadores en este ámbito habrían de sumar, si se quiere contar la historia al completo, las negligencias y malas decisiones que se sucedieron en tiempos de paz.
Se acuerda uno de las restauraciones de órganos llevadas a cabo en los años ochenta, cuando José María Martínez, “Chema” (organista por más señas), era asesor musical de la Consejería de Cultura, dirigida a la sazón por Manuel de la Cera. Se procedió entonces a la restauración de varios de los órganos ahora declarados como BIC, instrumentos que en algunos casos estaban echados a perder casi por entero. Pero, en fin, se restauraron (o se reconstruyeron); además, se pudo contar con el gran organero Gerhard Grenzing y, ahora, esta condición de BIC que se les otorga les da un poco de aire (nunca mejor dicho) para que los que están completos o en uso puedan seguir en activo y haya razones de peso para vigilar su costoso y siempre necesario mantenimiento.
También recuerdo haber escuchado, hace muchos años, a cualificados organistas que le ponían pegas a alguno de los órganos ahora seleccionados (que si la transmisión eléctrica, que si los electroimanes, que si se quedaban notas acopladas en plena interpretación, que si Amezua y la Organería Española…) y, sin duda, no les faltaba razón, pero creo que el criterio de los autores es claro e insiste en el carácter de muestrario, variado y significativo, que posee esta selección de órganos.
Se da el caso, dicho sea de paso, de que el autor de estas líneas tiene experiencia en cuestiones de patrimonio y bienes de interés cultural, de modo que sabe de sobra que son muchos los factores que entran en juego para que todo salga a pedir de boca. Por esa razón, la felicitación ha de referirse no sólo a los miembros del equipo citado (cuyos trabajos he seguido gracias a mi apreciada colega, la Dra. Sanhuesa) sino también a los diversos departamentos del gobierno regional donde se tramitan estos expedientes. Y evito citar a los responsables para evitar omisiones involuntarias que pudieran interpretarse de otro modo. La eficiencia en las diversas fases del proceso ha sido decisiva a la hora de llegar a buen puerto en un plazo razonable, lo que contrasta con la situación de determinados patrimonios musicales que llevan años frenados en cuanto a su opción a BIC, en otras comunidades, por asuntos de poco calado o, lo que es peor, por simples desavenencias políticas.

Ilustraciones:
1.     Detalle de la caja barroca (vacía) de San Juan de Corias (Cangas de Narcea): mascarón de cuya boca salían dos tubos de la trompetería horizontal.
2.     Órgano de Santa María la Real de la Corte (Oviedo)
Fotos cortesía de María Sanhuesa.






domingo, 15 de octubre de 2017

Proporciones y música

Las proporciones establecen relaciones de comparación entre entidades homogéneas, por ejemplo, entre números. Aplicadas a la música, se usan ya en la Grecia antigua. Podemos encontrar su terminología en teóricos musicales tan alejados entre sí en el tiempo como Aristoxeno, Arístides Quintiliano, Boecio o Francisco de Salinas.Su principio es la desigualdad. Con elementos iguales tenemos la identidad, pero con elementos desiguales puede haber distintos tipos de relación. Las proporciones más elementales relacionan dos elementos, que es el caso que hoy se comenta aquí porque ya ofrecen importantes usos en la música.
Si nos referimos a las proporciones aritméticas con dos términos hay que distinguir entre proporciones simples y compuestas. Las proporciones simples, a su vez, se dividen en tres: múltiple, superparticular y superpartiente.  Las proporciones compuestas se dividen en dos: múltiple superparticular y múltiple superpartiente.
Exponemos estos rudimentos de proporciones tomando primero el número mayor y luego el menor (desigualdad mayor), pero nada impediría hacerlo al revés (desigualdad menor).

Proporciones simples
La proporción múltiple es aquella en la que el número mayor contiene al menor dos o más veces sin que sobre nada. Puede ser doble, triple, cuádruple etc. Ejemplos: 4:2, 9:3, 8:2. Se leería 4 es a 2, etc.
La proporción superparticular es aquella en la que el número mayor contiene al menor una vez y sobra una parte alícuota o numerativa del número menor. Si sobra 1/2, se llama sesquiáltera; si sobra 1/3, sesquitercia, etc. Ejemplos de lo dicho: 3:2, 4:3.
La proporción superpartiente es aquella en la que el número mayor contiene al menor una vez y sobran dos o más partes alícuotas del número menor. Si sobran dos partes se llama superbipartiente; si tres, supertripartiente, etc. Para indicar que esas partes sobran respecto al número menor, se suele construir expresiones como “superbipartiente tercias”, o “supertripartiente quintas”, etc. Ejemplos: 5:3, 8:5.

Proporciones compuestas
Múltiple superparticular. En cuanto múltiple, el número mayor contiene al número menor dos o más veces. En cuanto superparticular, sobra una parte del número menor. Ej: 5:2, donde el 5 contiene dos veces al 2 y por eso es múltiple dupla, sobrando ½ del número menor, lo que la sitúa como múltiple superparticular sesquiáltera.
Múltiple superpartiente. En cuanto múltiple, el número mayor contiene al número menor dos o más veces. En cuanto superpartiente, sobran dos o más partes del número menor. Ej: 8:3, donde el 8 contiene dos veces al 3 y por eso es múltiple dupla, sobrando 2/3 del número menor, lo que la define como múltiple superbipartiente tercias.

Algunos usos musicales
Interválica pitagórica
Para los pitagóricos, el número es el principio que explica todo. Los elementos de la tetraktys o número cuaternario suman 10, que es el número perfecto, un “receptáculo” donde, siguiendo con Porfirio, se halla “toda diferencia numérica, toda clase de razonamiento y toda proporción”.
Por todo ello, la tetraktys adquirió un sentido sagrado, a modo de amuleto pitagórico. Refiere Porfirio que, de hecho, la utilizaban siempre en sus juramentos, a la vez que invocaban a Pitágoras “como a un dios”. De este modo:

“no, por el que a nuestro linaje otorgó el número cuaternario,
porque éste posee como fundamento la fuente de la perenne naturaleza”. 

El empleo de las proporciones está indisolublemente unido a la teoría interválica pitagórica.

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En la tratractys o número cuaternario, podemos encontrar las siguientes relaciones:
2:1, diapasón (8ª);
3:2, diapente (5ª);
4:3, diatesarón (4ª);
3:1, diapasón con diapente (8ª con 5ª);
4:1, disdiapasón (doble 8ª);
4:2, diapasón (8ª). 
Nótese que el diapasón con diatesarón no puede derivarse de la tetractys porque la suma de ambos intervalos (multiplicando las fracciones 2/1. 4/3) da 8:3, que es múltiple, dupla superbipartiente tercias. Boecio explica lo alejada que está esta proporción (y las superparrtientes en general) de las proporciones múltiples y superparticulares, que son todas las demás citadas. Situación problemática sólo por el peso de la teoría, pues es obvio acústicamente que, si la cuarta es consonante, lo seguirá siendo, aunque se le añada una octava,

Interpretación con proporciones de un pasaje bíblico
Nos referimos a la destrucción de Sodoma y Gomorra según lo interpreta la escritora mexicana del siglo XVII sor Juana Inés de la Cruz. Esta religiosa sostiene que la música sirve para comprender muchas otras disciplinas, incluso que es útil para la exégesis bíblica. El número de justos que Dios exige que haya en las ciudades del llano va bajando de 50 a 10 (50, 45, 40, 30, 20, 10). Esto implica, simplificando, las proporciones 10:9, 9:8, 4:3, 3:2 y 2:1, o sea, el tono menor y el tono mayor de Ptolomeo y luego la cuarta, la quinta y la octava. Ya hedescrito esta jugosa historia en el blog, así que a ella remito desde esteenlace.

Notación proporcional
La notación blanca del Renacimiento utiliza un sistema proporcional para todo lo relacionado con la medida. Mediante números y signos diversos se indica al intérprete que allí donde antes cantaba una semibreve en tiempo íntegro (por poner un ejemplo), ha de cantar dos cuando aparece la indicación de la proporción dupla. Y así sucesivamente. Eso produce el resultado de que cada una de las semibreves proporcionadas, por estar en proporción dupla, valen exactamente la mitad. De este fenómeno nos queda el compás binario o “alla breve”.
El caso más elemental lo tenemos en el siguiente ejemplo de Tinctoris, de fines del siglo XV.
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A la derecha, en la voz del tenor, tenemos una ligadura con propiedad opuesta que indica dos semibreves. El medio círculo que hay después de la clave es el signo de tiempo imperfecto. Por tanto, podríamos cantar o transcribir la ligadura de dos semibreves como dos blancas en compás binario. Pero en el fragmento de la izquierda, que es el contrapunto correspondiente, vemos el signo de tiempo imperfecto partido, que significa proporción dupla. Por esta razón, la semibreve del comienzo habría que interpretarla a la mitad de su valor, lo mismo que la mínima siguiente y de igual modo en lo sucesivo. En otras palabras, habría que cantar o transcribir la semibreve como negra (y la mínima como corchea, etc.) para que ese fragmento encaje con el valor asignado a las figuras del tenor, que están en tiempo “íntegro”.
Este ejemplo es de una gran simplicidad, pero cuando uno echa un vistazo a los manuscritos que contienen música francoflamenca, se encuentra con cosas admirables en este género de música proporcional.
También se emplean proporciones en asuntos de métrica poética greco-latina, construcción de instrumentos y en algunos otros aspectos, lo que pone de relieve la fascinación que han ejercido los números en el género humano y muy especialmente cuando aparecen relacionados con la música.

Ilustración de portada: ejemplo de proporciones de Glareanus, Dodecachordon