jueves, 20 de abril de 2017

Escuché en más de una ocasión aludir a una guitarra de, por ejemplo, “cinco órdenes o cuerdas”, como si fuesen términos sinónimos. Para los que puedan tener dudas con estos conceptos les diré que los órdenes son agrupaciones de cuerdas (muy habitualmente dos por orden), de forma que las guitarras de órdenes y las guitarras de cuerdas simples son instrumentos sumamente diferenciados en muchos aspectos.
Las de cinco órdenes datan del siglo XVI y aún circulaban en el XIX. Sin embargo, las de seis órdenes tuvieron su apogeo en la segunda mitad del siglo XVIII, transformándose rápidamente en las primeras guitarras de seis cuerdas en el siglo XIX, que acabaron dando forma, tras nuevas modificaciones, a la actual guitarra española.
Este hecho significa que los ejemplares conservados y las representaciones iconográficas de guitarras de seis órdenes (y no digamos de las de siete) son muy limitados. Hoy traigo al blog una imagen procedente de la Explicación de la Guitarra, de Juan Antonio de Vargas y Guzmán, cuyo manuscrito gaditano de 1773 fue la base de la primera edición de esta fuente, que realicé en 1994. Abajo figura la referencia y el enlace para disponer de la edición libremente en el repositorio de la Junta de Andalucía.
Comentaré algunos detalles del dibujo, donde el concepto de seis órdenes dobles está perfectamente claro. Como ya había señalado en aquella edición, “La copia más antigua de la Explicación divide el diapasón de la guitarra en diez trastes, número que refleja el peso de la más rancia tradición, pues ya lo da Fray Juan Bermudo en su Declaración de instrumentos. Y aunque el dibujo (…) mantiene esta división, lo cierto es que en este mismo manuscrito se trabaja de hecho con la división en doce trastes, seguida igualmente en los manuscritos americanos de 1776. Incluso la referencia a las escalas adecuadas para la escritura de la guitarra, en el capítulo IV del segundo tratado, menciona un decimotercer traste, para el Fa sobreagudo en las primas. Ferandiere, un cuarto de siglo después, exigirá diecisiete trastes”.
Los trastes también interesan por otro detalle, pues Vargas y Guzmán habla de los trastes fijos de alambre pero no se olvida de la tradición de los trastes móviles de cuerda. Ya he comentado en muchas ocasiones lo mucho que de fronterizo que tiene este autor en numerosos aspectos de su tratado, toda una transición de la guitarra española.
Una lectura de esta imagen se la debemos, muy recientemente, a Ricardo Aleixo en su galardonadamonografía La guitarra en Madrid (1750-1808). Subraya este autor las proporciones “atípicas” de esta representación, por la anchura de la guitarra y muy especialmente por la del mástil, aunque sospecha que ello podría deberse a la necesidad de representar con claridad el clavijero, los órdenes, etc. 
También anota la cortedad del dicho mástil, aunque no se olvida de citar nuestra matización en el sentido de que a lo largo del tratado se alude a 12 o incluso 13 trastes. Por fin, Aleixo indica que los elementos ornamentales de la zona del puente “son de un diseño muy común en la iconografía de los siglos XVII y XVIII”. Se entiende que de la guitarra de cinco órdenes, pues en cuanto a la de seis esta ilustración viene considerándose como la primera de este tipo.
Por último, Vargas y Guzmán acepta la práctica de que el primer orden sea simple, o sea, limitado a una sola cuerda, la prima, que es determinante en el punteo. Los tres primeros órdenes afinan respectivamente sus dobles cuerdas al unísono, con las notas que se usan actualmente. En cambio, los órdenes cuarto, quinto y sexto se afinan octavados al agudo, partiendo en los graves de los mismos sonidos que en la guitarra actual.


Referencias:
Juan Antonio de Vargas y Guzmán: Explicación de la guitarra (Cádiz, 1773). Edición y estudio de Ángel Medina. Ed. Junta de Andalucía, Centro de Documentación Musical de Andalucía, 1994.
Disponible en:
http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/consulta/registro.cmd?id=1040933

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