Se le hace difícil a uno recordar un mes de julio tan ajetreado como el de 2015. Afortunadamente se cerró a nivel académico con el acto de defensa de la tesis doctoral de Daniel Moro, el día 27. Fue una magnífica sesión universitaria —con Yvan Nommick, Julio Ogas y Belén Pérez Castillo en el tribunal— en la que culminó un trabajo que había comenzado cuatro años antes, cuando Daniel obtuvo una beca predoctoral para realizar la tesis.
El de Daniel es un caso de progresión académica muy notable, pues le vimos pasar de una primera etapa en la que tuvo que buscar las herramientas adecuadas, con no poco esfuerzo, a otras fases en las que dichos recursos fueron manejados con extrema soltura.Centrada en la figura de Carmelo A. Bernaola, su tesis desvela la cocina compositiva del creador vasco, con un uso muy inteligente del análisis mediante la PC Set Theory, el análisis textural y con algunas incursiones en el mundo de la intertextualidad. Bernaola está muy estudiado, si juzgamos por los libros que hay sobre él, pero nunca lo había sido de este modo.
Por si fuera poco, el estudio del contexto es muy sólido, con muchas novedades que habrán de ir saliendo a la luz en futuras publicaciones. Otro de sus logros es que no se refiere a las obras primerizas de Bernaola mencionando simplemente las influencias evidentes que presenta sino indagando de qué manera Bartók, Maderna o Petrassi han pasado a su bagaje.
Puedo asegurar que en casos como el de Daniel Moro los esfuerzos que como director pude haber realizado han quedado compensados con creces. ¿Qué más se puede pedir?
El de Daniel es un caso de progresión académica muy notable, pues le vimos pasar de una primera etapa en la que tuvo que buscar las herramientas adecuadas, con no poco esfuerzo, a otras fases en las que dichos recursos fueron manejados con extrema soltura.Centrada en la figura de Carmelo A. Bernaola, su tesis desvela la cocina compositiva del creador vasco, con un uso muy inteligente del análisis mediante la PC Set Theory, el análisis textural y con algunas incursiones en el mundo de la intertextualidad. Bernaola está muy estudiado, si juzgamos por los libros que hay sobre él, pero nunca lo había sido de este modo.
Por si fuera poco, el estudio del contexto es muy sólido, con muchas novedades que habrán de ir saliendo a la luz en futuras publicaciones. Otro de sus logros es que no se refiere a las obras primerizas de Bernaola mencionando simplemente las influencias evidentes que presenta sino indagando de qué manera Bartók, Maderna o Petrassi han pasado a su bagaje.
Puedo asegurar que en casos como el de Daniel Moro los esfuerzos que como director pude haber realizado han quedado compensados con creces. ¿Qué más se puede pedir?
Muchísimas gracias por tus palabras, Ángel. Como escribía al comienzo de la tesis, el primer agradecimiento va indudablemente dirigido a ti. Por tu paciencia, sabiduría y experiencia a la hora de guiarme por los entresijos de la música española. Por haberme proporcionado valiosos documentos sin los cuales esta tesis no habría llegado a buen puerto. Y, sobre todo, por tu bonhomía y altruismo en el trato que mantuvimos día a día, y que fue transformándose en una sólida amistad que trasciende la mera relación profesional. Han sido los mejores años de mi vida, y el esfuerzo que ambos realizamos parece que ha sido recompensado. Sólo espero poder seguir contando con tu ayuda y consejo en los siguientes caminos que me toque emprender. Por todo ello, ¡Gracias, Maestro!
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