jueves, 6 de julio de 2017

Susana Asensio, musicóloga de amplios horizontes


Parece que fue ayer y, sin embargo, ya ha pasado un cuarto de siglo desde que conocí a Susana Asensio Llamas. La hoy prestigiosa investigadora del CSIC era entonces, a principios de los 90, alumna de Historia y Ciencias de la Música en la Universidad de Oviedo. Ya destacaba como persona disciplinada, buena lectora, brillante y clara. Además, hacía gala de una generosidad intelectual muy natural que se manifestaba en detalles como el que sigue. Por ser muy ordenada -de esa estirpe de estudiantes que no sólo toman bien los apuntes sino que además los revisan y pasan posteriormente a limpio-, sus materiales académicos eran codiciados por un buen número de sus compañeros. Todavía hace poco me lo recordaba Joaquín Valdeón, director del Coro Universitario de Oviedo, amigo de Susana y mío y beneficiario del altruismo de su compañera de clase. Ella facilitaba sus primorosos apuntes y el afortunado se encontraba, para mayor satisfacción, con un cuidado manuscrito, de escritura tan perfecta que se diría obra de un pendolista de otros tiempos. Sé de qué hablo, pues guardo alguna carta manuscrita de Susana y creo que acabaré llevándola a enmarcar.
Por esas fechas ya llegaba Susana con muchas cosas sabidas. Así, su inclinación por la música venía de lejos, de tal manera que en 1992 había realizado los estudios profesionales de piano (con las disciplinas anejas que le corresponden) en la Escuela Superior de Música de Avilés y en el Conservatorio Superior de Oviedo. Pocos sabrán que en esa misma fecha estaba titulada como Técnico Superior Contable por la Escuela Superior de Investigaciones y Técnicas Empresariales (ESITE) de Oviedo. O sea, que nunca está de más tener un plan B.
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Ese rigor que se advierte en su propia formación, lo aplicó Susana en las grandes decisiones de la vida académica. Al acabar la carrera se planteó realizar una tesis de temática etnomusicológica y pensó que era un buen momento para ampliar horizontes. De modo que entabló contacto con Josep Martí, un referente de la moderna etnomusicología hispánica que desarrollaba su trabajo en Barcelona.
Lo cierto es que a mediados de la década de los 90 Susana Asensio tiene abiertas varias puertas profesionales. Obtiene una beca pre-doctoral, que rechaza porque accede por oposición al puesto de directora del Museo internacional de la Gaita (Gijón), pero diversas circunstancias la llevan a retornar al mundo académico en 1997. Ese mismo año defendería su tesis, dirigida por el citado Martí, en la Universidad de Barcelona.
En dicha investigación estudiaba los procesos de transculturación de los magrebíes residentes en Barcelona. Fue una tesis con muy buenas consecuencias en términos de publicaciones (respecto a géneros como el rai, por ejemplo), pero que resultó difícil en cuanto a los trabajos de campo, por el hecho de llevarse a cabo por una mujer que tenía que acercarse a una cultura bastante replegada en sí misma en algunos aspectos. En todo caso, esta experiencia marcó decisivamente su trayectoria.
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A fines de los 90 arranca su etapa más internacional, posibilitada por la obtención de diversas bolsas de viaje y becas posdoctorales, entre ellas la muy competitiva beca Fulbright (1999-2001). Susana Asensio es una especie de neoyorquina de adopción, que recibió e impartió cursos y seminarios en varias universidades de la gran urbe, como la Columbia University, New York University, City University of New York y Yeshiva University. En cierta ocasión me contó la increíble velocidad a la que se mueve la vida en Nueva York, ciudad que aprovechó a fondo y en la que también le tocó sufrir: por ejemplo durante los acontecimientos del 11-S, vividos desde muy cerca del lugar de la tragedia.
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Desde 2004 trabaja en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Madrid), habiendo asumido importantes responsabilidades y diversas labores de coordinación editorial. Ahí está el monográfico sobre música y política de la revista Arbor, 187 (2011) o, en colaboración con Luis Díaz Viana, la reedición y estudio de esa obra monumental de la cuentística hispánica titulada Cuentos recogidos de la tradición oral de España por Aurelio M. Espinosa, entre otras nuchas aportaciones.
Una característica de las investigaciones de Susana Asensio (que no vamos a pormenorizar) es su absoluto compromiso con los problemas de la sociedad actual. Su juventud en Avilés, una ciudad con muchos conflictos laborales en el sector naval y en el del metal, tuvo que haber dejado huella en sus inquietudes como ciudadana.
Al final, algunos pensamos que los estudios humanísticos pueden dar adecuada respuesta a las preguntas que la sociedad se formula. Y en la medida en que este tipo de investigaciones consigan un cierto grado de aplicación, estamos participando con sensatez en la denominada sociedad del conocimiento.
Reconoce Susana Asensio que las cuestiones que le han interesado como investigadora pueden resultar “incómodas” y eso es detectable -me comenta- “desde la emigración, y la consiguiente globalización de saberes y culturas, hasta los nacionalismos, con su (re)creación de nuevas fronteras, o la influencia de la(s) política(s) en la creación de saberes, mitos, historias y referencias (musicales y antropológicas)”.
 “Por eso –prosigue- me interesaba la transculturación de las músicas magrebíes de Barcelona, el kitsch del flamenco en Nueva York, la “modernización” (y patrimonialización) de los repertorios tradicionales, o la nueva tradicionalidad en la música electrónica de la Tijuana de frontera.”
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Haber vivido fuera de su tierra asturiana la mayor parte de su vida no le ha hecho perder sus raíces. En realidad las mantiene muy bien ancladas, no sólo por sus visitas al entorno familiar sino por una razón académica. Me refiero a sus investigaciones sobre el ilustre etnomusicólogo asturiano Eduardo Martínez Torner. Que, naturalmente, la han llevado a Londres, Nueva York y a archivos de otros muchos lugares en un rastreo sin precedentes sobre esta gran figura.
Merece la pena citar la aportación más notable en este proyecto suyo de tanto calado sobre Torner. Se trata del libro Fuentes para el estudio de la música asturiana. A la memoria de Eduardo M. Torner (Madrid, 2010, CSIC / Universidad de Oviedo, 646 p.). Recuerdo haber presentado a la autora cuando, a su vez, ella presentó breve y brillantemente dicho libro en el Club Prensa Asturiana del diario La Nueva España de Oviedo, el 29 de abril de 2011.
En esta publicación hay fuentes que ya habían sido editadas en medios un tanto dispersos y otras que son nuevas, todo ello muy bien organizado en tres tipos de repertorio: romances, sones y jotas. Puede decirse que, después del cancionero de Torner (1920), es el mayor esfuerzo en publicación de fuentes de estas tipologías que se haya visto en Asturias.
El libro, según cabe deducir del estudio previo de la autora, viene a ser una especie de retrato del estado de las disciplinas filológicas y de los comienzos de la Musicología ‘seria’ en España. Encontramos figuras muy significativas que adquieren nuevos tintes tras la aproximación de Susana Asensio, como es el caso de Julián Ribera, Manrique de Lara o el propio Menéndez Pidal.
No nos extraña que este trabajo (como cifra de una fructífera trayectoria) haya obtenido el Premio Nacional de Edición Universitaria de la Unión de Editoriales Universitarias Españolas y también el Premio Nacional de Folklore ‘Martínez Torner’, del Ayuntamiento de Oviedo.
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Llega el momento de cerrar estas líneas. Se quedan en el tintero otros rasgos de su personalidad, como que es una cinéfila que tiene entre sus películas de culto El turista accidental, de Kasdan. Que habla con entusiasmo de lo que le supuso la lectura de Watchmen, cómic del celebrado guionista Allan Moore, con dibujo y entintado de Gibbons y color de Higgins. Y que puede sorprender a uno haciéndole llegar una canción de Wyclef Jean, acompañado por la Filarmónica de Nueva York, en la que también hay mezclas y fusiones, impurezas y ausencia de fronteras.
Y ya pensando en el futuro, que sean sus propias palabras las que cierren esta entrada de hoy, que, dicho sea de paso, es la número 100 del blog: “Ahora me interesa traer a España y hacer públicos algunos de los archivos de los intelectuales que tuvieron que exiliarse durante la Guerra Civil española (y editar sus materiales). Lo que nos cuentan dichos archivos es una historia muy diferente a la que nos enseñó la musicología ‘oficial’, y en la nueva versión muchas de las grandes figuras de entonces no salen especialmente bien paradas”.
Y concluye Susana el comentario que me envió hace unos días y que vengo citando en esta semblanza, con un final formidable:
“Siempre me ha gustado mucho meterme en líos”.


Fotografías cortesía de Sancho.

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