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Fueron
muchas las cuestiones que me suscitó la lectura de la tesis. Me limitaré a
señalar aquí sólo algunos detalles. Y por empezar por el principio, llama la
atención el índice de la tesis. Yo creo que en mi vida he visto un índice tan
minucioso. Claro que la exhaustividad del índice sólo era un destello de la que
nos esperaba en el cuerpo del trabajo. Hacía tiempo que no veía una tesis que
denotase por los propios contenidos de la misma los miles de horas que tuvo que
emplear la autora para realizarla. Es evidente que se trata de una tesis
sumamente sólida, original, basada en un ingente trabajo de archivo, no
precisamente facilitado en determinados casos.
Se advierte
igualmente un esfuerzo notable de contextualización de la sociedad valenciana
de los siglos XVI y XVII. Está, por un lado, el empuje y autoridad
contrarreformistas, las directrices de Trento. La autora las hace operativas,
en cuanto a resultados concretos, sobre todo a partir de las constituciones de
los diversos sínodos, que son los que ciertamente desarrollaron las directrices
conciliares.
También se
atiende a las relaciones con la corona, muy sutiles. Y se nos presenta un mar
de fondo donde navegan todo tipo de tendencias místicas, erasmistas,
alumbradas, algunas bordeando la herejía y otras más o menos toleradas
precisamente por la interesante personalidad de ciertos responsables
eclesiásticos de la diócesis y del propio Colegio.
Figuras como
el P. Antonio Sobrino o el caso increíble del Pare Simó, por no hablar de Sor
“Agullona” —que al parecer entraba en éxtasis a horas fijas y que nos llevaría
a temas de piedad popular e incluso a posibles miradas desde la perspectiva de
género— son la demostración de todo ese mar de fondo al que hemos aludido.
Los llamados
“estudios culturales” y la sociomusicología sacarían mucho partido a estos
asuntos porque con estas herramientas sería más fácil concretar de qué manera
la música ya no puede ser vista como un reflejo de la sociedad, o como un
elemento superestructural de la misma, simplemente por la sencilla razón de que
la propia música está construyendo esa misma sociedad.
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Mireya Royo
nos va presentando, agrupados en dos amplios períodos, a todo un importante
elenco de maestros de capilla, organistas, cantores, ministriles, maestros de
baile, capellanes y cualquier otro agente de la vida litúrgico-musical del
Colegio del Patriarca. Y además, el día a día de la vida litúrgica del Colegio,
con sus lamentaciones, pasiones, misereres, horas litúrgicas y ceremonias
especiales.
Se ofrece
una enorme cantidad de información sobre músicos prácticamente desconocidos
hasta ahora y también nuevas lecturas sobre personalidades ya bastante más
conocidas, como pudiera ser el caso de Comes para el primer período, o el de
Ortells para el segundo.
Es muy
destacable la atención que presta a elementos poco citados en la musicología
relativos a ciertos modestos detalles de la práctica musical del momento. Por
ejemplo, el epígrafe 2.3.1. alude los bordones o varas para dirigir el coro,
que se proscriben en las Constituciones, lo que demuestra que era práctica
habitual, aunque denostada. Y con una vara de esas, dicho sea de paso, fue como
Lully se hizo una herida en el pie que le llevó a la tumba por gangrena.
Hay que
tener cuidado con el tipo de fuentes que se maneja en cada momento. Un pago del
Libro de Fábrica es un dato que va a misa, en tanto que las constituciones de
la capilla, lo mismo que las constituciones sinodales, tienen un componente de desideratum que el investigador no
ha de perder de vista. aunque sin despreciarlo en términos científicos como
algunos han hecho, posición de la que disiente Mireya Royo.
Entre esas
cosas menores que no se le escapan a la autora salen a relucir las varillas
para señalar en el atril y también esas otras “varillas”, que son un
contrapunto ornamental de tipo improvisatorio que creo que han sido
tradicionalmente mal interpretadas en la musicología hispánica y que datos como
los que esta investigadora proporciona ayudarían a definir con más precisión.
Otro
concepto sobre el que se reflexiona en la tesis es el de “invención”. Realmente
una invención puede ser casi cualquier cosa con una cierta novedad y artificio,
una forma de rima, una manera de hacer el chocolate, una escenografía efímera,
con o sin elementos mecánicos, con o sin elementos dramáticos o musicales, un
altar…. Lo interesante es que en la tesis se nos da un muestrario muy variado
del empleo de este término.
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Uno de los
apartados que he leído con especial interés es el dedicado al canto llano. En
líneas generales los estudios sobre la música en las capillas de los grandes
centros religiosos se centran en el repertorio polifónico y en la música de
voces e instrumentos. Suele olvidarse que el canto llano ocupa
cuantitativamente la mayor parte de la liturgia, aunque sólo sea por la
salmodia obligada de cada día.
Y no se
repara en que el canto llano de esta época reviste un enorme interés, eclipsado
por las directrices papales que fueron apoyando los movimientos reformistas y
que culminaron con el motu proprio de Pío X de 1903. La publicación de las
ediciones de Solesmes, oficializadas por el Vaticano, acabaron con cientos de
años de canto llano postridentino, lleno de variedades, con piezas medidas
(cantus fractus o mixto) y con muchas otras prácticas, consideradas heterodoxas
y que sobrevivieron puntualmente en ciertos repertorios, como el de las misas
populares en latín.
Diría uno,
por su propia afinidad con este asunto del antiguo canto llano, que aquí
todavía hay mucha tela que cortar y que la tesis plantea una serie de puntos en
este aspecto que suscitarían un gran número de preguntas a las que esperemos
que la autora pueda contestar en sus publicaciones.
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Hay muchos
otros asuntos de interés. Uno de ellos, por ejemplo, las referencias a los
capones. Salen un buen número, pese al eufemismo con que se mencionaban en
muchas ocasiones. Sería aconsejable revisar la opinión de Stevenson, pues no es
Otal el primero de esta tipología en el Nuevo Mundo.
Algunos
datos permiten también ir completando las tipologías vocales en y la valoración
de las mismas en términos de la época. Quiero decir que hay que empezar a
interpretar el vocabulario de la época más allá de su apariencia metafórica,
pues tienen valor clasificatorio y jerárquico a la hora de contratar cantores.
Hoy día, por ejemplo, podemos definir voces con cierto rigor mediante términos
como mordiente, color, volumen, resonancia, etc., pero entonces utilizaban
expresiones como metal de la voz, gala de la voz, tener garganta. Y en la tesis
aparecen conceptos muy interesantes, como el de voz “parda” o “cuerpo de voz”,
sobre los que habría que seguir indagando.
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¿Podría
enumerar más asuntos valiosos y relevantes? La respuesta es afirmativa. Baste
decir, para no cansar a nadie, que todo lo concerniente a las cuentas, al
género fabordón, a la parte musical propiamente dicha (en la que se ha hecho un
esfuerzo de restauración de las danzas colacionando manuscritos de distinta
época, incompletos, y sin apenas indicaciones coreográficas), al vestuario para
la reposición actual de las danzas, entre otros muchos, comporta un
extraordinario interés para la musicología hispánica. Por si fuera poco, la
tesis está complementada con una serie de apéndices digitales que contienen
transcripciones de textos y de música con el nivel de exhaustividad que ya
vimos anunciado en el índice.
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Fue un
placer participar como miembro del tribunal de esta tesis. Deseamos que la Dra.
Mireya Royo pueda hacerse un hueco en la musicología hispánica. Podría decirse
que empezó tarde en esta disciplina (al menos respecto a la edad media de los
doctorandos), pues llega a esta disciplina tras haber desarrollado
Esperamos
que en sus publicaciones pueda ir dando a conocer algunas de las muchas cosas
que sabe sobre este emblemático centro religioso y musical de la Valencia de
los siglos modernos.
Foto: Mireya Royo y María Sanhuesa. Universidad de Oviedo, 15 de enero de 2016.
Foto: Mireya Royo y María Sanhuesa. Universidad de Oviedo, 15 de enero de 2016.
La verdad es que fue toda una aventura, y que felizmente llegó a su fin.
ResponderEliminarÁngel, muchísimas gracias por tu presencia y participación en el acto académico, y por estas palabras.
Lo dicho: fue una estupenda oportunidd de seguir aprendiendo. Gracias a ti.
EliminarHola Ángel, la verdad es que no puedo decir más que ha sido una gran aventura la de estos azarosos años estudiando la historia del Patriarca y que no hubiera podido ser, en ningún caso, sin el consejo, la supervisión, y la sabiduría de la profesora María Sanhuesa.
ResponderEliminarQué decir de tu análisis y todos los buenos consejos que me diste durante la defensa y después! Estos días de reflexión me han llevado a pensar a menudo sobre cómo encarar el futuro y en la continuidad del estudio sobre los numerosos temas de interés que requieren ser profundizados. Y este post me pone en la senda... En cualquier caso, aprovecho para agradecer a tí, a Antonio Martín Moreno y a Antonio Ezquerro, vuestra amabilidad y todos vuestros valiosos consejos. Espero encontrar alguna ocasión para poder hablar contigo de muchas cuestiones que planteas, de las que yo solamente alcanzo a hacer preguntas.
Muchísimas gracias por este post, y por tu generosidad, que no es común en estos tiempos.
Gracias por tus palabras. Ya sabes que estoy a tu disposición, pues algunos de los muchos temas que salen en tu tesis me resultan particularmente cercanos.
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