En los últimos años hemos asistido en
Asturias a un incremento del número de bienes patrimoniales relacionados con la
música que han obtenido la categoría de Bien de Interés Cultural, una distinción
que, como se sabe, es la máxima que se concede en el ámbito estatal. Ahora le
toca el turno a una selección de órganos asturianos que consiguen la mención de
BIC por el Decreto 62/2017, de 20 de septiembre del año en curso, publicado en
el Boletín Oficial del Principado de Asturias de 17 de octubre de 2017.
El hecho de que un determinado tipo de
patrimonio adquiera el rango de Bien de Interés Cultural depende de toda una
serie de trámites, informes y decisiones que competen al Principado y a las diversas
instituciones que son consultadas, incluso a la opinión pública, pero no hemos
de olvidarnos de que la iniciativa suele partir en muchos casos de la propia
sociedad civil, es decir, de personas o entidades que conocen aquello que
desean proteger con el marbete de BIC y que realizan los trabajos previos para
presentar el documento de inicio de todo el proceso. En el caso de los órganos
de Asturias, este equipo estuvo formado por María Sanhuesa Fonseca
(profesora de Musicología de la Universidad de Oviedo), Susana García Lastra
(profesora y concertista asturiana que ejerce de organista en varios centros
sevillanos), y Enrique Campuzano Ruiz (director
del Museo Diocesano de Santillana del Mar y presidente de la Asociación del
Órgano Hispano).
La
selección ha sido realizada, como se señala en el decreto, según “criterios de antigüedad, originalidad
en la mecánica y disposición de piezas, documentación disponible, innovaciones
tecnológicas y variedad de estilos y técnicas de transmisión, de manera que se
proteja un compendio o síntesis de la organería en Asturias a lo largo de los
últimos cuatro siglos”.
Los órganos que han pasado a formar
parte de este selecto grupo son los siguientes, que trasladamos literalmente
del decreto citado:
— dos órganos de la iglesia
conventual de San Juan de Corias, en Cangas del Narcea, del XVIII y del XIX
respectivamente.
— órgano de la colegiata de
Covadonga, del último tercio del siglo XVIII.
— órgano de la iglesia de Santa
María del Concejo de Llanes, de 1925.
— órgano de la iglesia de san
Isidoro de Oviedo, de 1678. es el más antiguo de la comunidad y previamente
estaba en la catedral de Oviedo.
— órgano de la catedral de
Oviedo, de 1903-05.
— órgano de la colegiata de
Santa María la Mayor de Pravia, de 1781.
— órgano de la iglesia de Santa
Marina de Puerto de Vega, en Navia, del siglo XVIII.
— órgano del monasterio de
Santa María de Valdediós, de 1713.
— órgano de la iglesia de Santa
Eulalia de Luarca, de 1923.
— órgano de la iglesia de Santa
María la Real de la Corte de Oviedo, de 1705.
Los autores del informe realizan una
apretada síntesis de las diversas tipologías de órgano que van llegando a
Asturias, desde el órgano barroco hasta los órganos románticos, dando
referencias sobre los organeros responsables de la construcción de los mismos,
alguno de los cuales llegó a tener taller propio en el Principado.
El informe incluye una ficha para
cada uno de los órganos seleccionados en cuyo punto primero se da cuenta de la
ubicación, fecha, persona responsable del instrumento, entre otros detalles
generales. A continuación, se estudian un conjunto de aspectos como la caja, la
consola, el secreto, los registros, la tubería, la mecánica de transmisión, el
aire, el estado de conservación, concluyendo la ficha con dos apartados
dedicados a “otros” y a “observaciones”. A destacar el complemento gráfico que,
con todo lo demás, otorga a este informe un valor de referencia para abordar
cualquier estudio sobre los órganos de Asturias.
No dejan de lamentar los autores del documento
los daños que diversos acontecimientos bélicos de los últimos siglos causaron
en estos instrumentos. Estos daños se ven agravados por el mal uso, la desidia
o la ignorancia. Naturalmente, un informe de BIC no es el sitio adecuado para
enumerar las barbaridades cometidas, por unas u otras de las razones
antedichas, en el patrimonio de los órganos asturianos, pero no conviene que se
olviden este tipo de cuestiones. Y digo más: a las tropelías ejecutadas en
tiempo de guerra, los investigadores en este ámbito habrían de sumar, si se
quiere contar la historia al completo, las negligencias y malas decisiones que
se sucedieron en tiempos de paz.
Se acuerda uno de las restauraciones
de órganos llevadas a cabo en los años ochenta, cuando José María Martínez,
“Chema” (organista por más señas), era asesor musical de la Consejería de
Cultura, dirigida a la sazón por Manuel de la Cera. Se procedió entonces a la
restauración de varios de los órganos ahora declarados como BIC, instrumentos que
en algunos casos estaban echados a perder casi por entero. Pero, en fin, se
restauraron (o se reconstruyeron); además, se pudo contar con el gran organero
Gerhard Grenzing y, ahora, esta condición de BIC que se les otorga les da un
poco de aire (nunca mejor dicho) para que los que están completos o en uso puedan
seguir en activo y haya razones de peso para vigilar su costoso y siempre
necesario mantenimiento.
También recuerdo haber escuchado, hace muchos
años, a cualificados organistas que le ponían pegas a alguno de los órganos ahora
seleccionados (que si la transmisión eléctrica, que si los electroimanes, que
si se quedaban notas acopladas en plena interpretación, que si Amezua y la
Organería Española…) y, sin duda, no les faltaba razón, pero creo que el
criterio de los autores es claro e insiste en el carácter de muestrario,
variado y significativo, que posee esta selección de órganos.
Se da el caso, dicho sea de paso, de
que el autor de estas líneas tiene experiencia en cuestiones de patrimonio y
bienes de interés cultural, de modo que sabe de sobra que son muchos los
factores que entran en juego para que todo salga a pedir de boca. Por esa
razón, la felicitación ha de referirse no sólo a los miembros del equipo citado
(cuyos trabajos he seguido gracias a mi apreciada colega, la Dra. Sanhuesa)
sino también a los diversos departamentos del gobierno regional donde se
tramitan estos expedientes. Y evito citar a los responsables para evitar
omisiones involuntarias que pudieran interpretarse de otro modo. La eficiencia
en las diversas fases del proceso ha sido decisiva a la hora de llegar a buen
puerto en un plazo razonable, lo que contrasta con la situación de determinados
patrimonios musicales que llevan años frenados en cuanto a su opción a BIC, en
otras comunidades, por asuntos de poco calado o, lo que es peor, por simples
desavenencias políticas.
Ilustraciones:
1.
Detalle de la caja barroca
(vacía) de San Juan de Corias (Cangas de Narcea): mascarón de cuya boca salían
dos tubos de la trompetería horizontal.
2.
Órgano de Santa María la Real de la Corte (Oviedo)
Fotos cortesía de María
Sanhuesa.
Categoría de Bien de Interés Cultural para 11 órganos de Asturias