sábado, 1 de marzo de 2025


    El pasado 23 de febrero tuvo lugar el solemne acto de ingreso de la musicóloga Marta Cureses de la Vega como nueva académica de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid). Pronunció un discurso titulado Teoría de cuerdas y diathesis newtoniana en el origen musical del universo: la historia a hombros de gigantes. La contestación corrió a cargo del compositor Tomás Marco, director de la institución y académico numerario. Sin duda, se trata de un extraordinario y altísimo reconocimiento que enorgullecerá a numerosos sectores de la música y, naturalmente, a la Universidad de Oviedo, a la Facultad de Filosofía y Letras y al Departamento de Hª del Arte y Musicología, donde Marta Cureses desarrolló el grueso de su carrera profesional y donde es actualmente catedrática. La amistad y el trato profesional que mantengo con Marta Cureses vienen de antiguo. Y como uno escribe este blog sustancialmente al hilo de la experiencia (propia o cercana), entiendo que dedicarle una entrada a la nueva académica es lo menos que puedo hacer para felicitarla con admiración y cariño.

 

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Marta Cureses, nacida en León, se licenció en Filología Anglo-germánica en la Universidad de Salamanca. Ya se había titulado en piano por entonces. Tras algunos trabajos puntuales, obtuvo plaza de catedrática en la enseñanza secundaria, en Oviedo. Paralelamente, se había enterado de que existían estudios oficiales de Musicología en la universidad asturiana. De modo que, tras una entrevista con quien suscribe, ingresó en el programa de doctorado. Curiosamente, Marta estaba ya interesada por la música contemporánea, campo en el que se estaba abriendo una línea de investigación desde años atrás. Le sugerí que estudiase la figura de Agustín González Acilu, autor en quien las preocupaciones lingüísticas y especialmente fonéticas resultaban muy relevantes. La realizó en tiempo y forma y, en julio de 1993, la defendió en un acto que resultó espléndido y lleno de aportaciones por todas las partes. 

Creo que una de las claves que explican su llegada a la Academia estriba precisamente en su continua e intensa dedicación al estudio de la nueva música española. Se construyó así un perfil investigador propio, original y concienzudo, incluso un punto militante. La tesis sobre Acilu se convirtió pronto en un libro (ICCMU, 1995) que a los pocos años mereció una segunda edición ampliada (2001). 

A partir de ese libro indispensable, las investigaciones de Marta Cureses sobre la nueva música española se multiplican. Imposible mencionar aquí ni siquiera una selección de sus trabajos. Lo cierto es que extiende sus intereses hacia numerosos creadores y escribe sobre su obra con agudeza y pleno conocimiento de causa. Ahí están sus estudios sobre Carlos Cruz de Castro, Carles Santos, Josep María Mestres-Quadreny o Tomás Marco, sin olvidarnos de Manuel Castillo, Emilio Coello o Leonardo Balada, entre otros. En 2007 publicó el libroTomás Marco. La música española desde las vanguardiasuna enjundiosa monografía que va más allá del compositor y su obra y que indaga en no pocos detalles contextuales, así como en otros autores y grupos, para la mejor comprensión del biografiado. Un centenar largo de entradas en los diccionarios y enciclopedias de referencia de la musicología nacional e internacional (Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, The New Grove…, MGGHistoria de la música catalana, valenciana i balear, etc.) han consolidado su dominio en este ámbito de especialización. 

Con algunos de los compositores estudiados en sus publicaciones alcanzó un grado de amistad muy profundo y puedo asegurar que artistas de la talla de Carles Santos o Agustín González Acilu (entre los que ya se han ido) sentían una profunda admiración por Marta Cureses, siempre cercana y tutelar. 

 

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Si enfocamos su producción desde el punto de vista de los temas tratados, sorprende su variedad, pues meditó sobre grupos musicales (como el Laboratorio de Interpretación Musical de Villa Rojo), acerca de entidades profesionales (como la Asociación de Compositores Sinfónicos Españoles) o en torno a revistas decisivas para la nueva música, como Sonda. También destaca la modernidad de sus indagaciones y el marcado esfuerzo interdisciplinar que implican. Su libro Joan Miró-Mestres Cuadreny. Suite miroir (2017) no es valioso solo por lo que dice del músico en relación con el pintor, sino por los análisis a que somete ciertas obras del artista plástico, aplaudidos desde la Historia del Arte.

Ha mostrado también una especial sensibilidad para las relaciones del arte sonoro con la arquitectura, con presencia continua en congresos de este ámbito. Pero, desde hace bastantes años, se ha planteado los vínculos de la música con la física, las matemáticas y con el pensamiento científico en general. No en el sentido de la antigua tratadística, sino en relación con las tendencias más actuales de dichas disciplinas. De hecho, esto se trasluce muy bien en el tema elegido para su discurso de ingreso en la Academia, citado al comienzo de estas líneas.

Ha firmado obras tras las que hay un enorme esfuerzo, pero quienes conocen a la Dra. Cureses saben que le sobra capacidad de trabajo. Los cuidados volúmenes sobre el Premio Jaén de piano podrían ser un ejemplo. Tal dedicación la convierte en una excelente especialista en el piano español contemporáneo. Y, aunque no siguió una carrera profesional de pianista, lo cierto es que también toca estupendamente dicho instrumento.

 

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Si bien la investigación es la faceta que mejor justifica la presencia de la musicóloga en la Academia, la profesora Cureses no sería la misma sin su experiencia docente y de gestión. Más allá de su dedicación ordinaria como enseñante en el Grado de Hª y Ciencias de la Música y de haber tutorado numerosos trabajos fin de grado o fin de máster, ha ejercido un particular magisterio mediante la dirección de tesis doctorales. Es decir, que ha iniciado en la investigación a un significativo número de personas. Hasta 2024 se leyeron quince tesis bajo su dirección. No las conozco todas, ni mucho menos, pero algunas me traen muy buenos recuerdos. A modo de pars pro toto, menciono a Rosa Mª Díaz y su tesis dedicada a Emilio Coello (2017); a Miguel Álvarez, que indagó brillantemente acerca de la voz límite (2015); a Isaac Diego y su rigurosa tesis sobre Mestres-Quadreny (2011); y, en fin, a Ignacio Valdés que escribió con hondura sobre Joaquím Homs (2006). 

 

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Las responsabilidades en asuntos de gestión le dieron opción a implementar no pocos proyectos, actos y exposiciones, dando satisfacción así a esa necesidad de transferencia que la sociedad parece demandar cada vez más a las humanidades. Su cargo más relevante fue el de Subdirectora General en el Ministerio de Cultura, siendo ministro César Antonio Molina. Por poco tiempo, pues la remodelación ministerial de 2009 se llevó por delante al ministro y a su equipo antes de la mitad del mandato. Mas sin duda aprovechó el contacto con los grandes centros y eventos culturales del país, en los que el Ministerio de Cultura tiene presencia económica activa, para apuntalar su experiencia en el campo de la gestión cultural. Inmediatamente antes, había sido Directora de Área en el Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Relaciones Internacionales, en tiempos del rector Juan Vázquez. En este puesto contó con ciertos medios, pues le tocó el período en que se celebraba el cuarto centenario de la fundación de la Universidad de Oviedo, especialmente en el bienio 2007-2008.

En ese cargo, además de las actividades usuales, asumió el comisariado de un buen número de exposiciones de diversas temáticas. Teniendo en cuenta su natural don de gentes, pronto se convirtió en la encargada habitual de pronunciar unas palabras de carácter institucional (pero con riguroso contenido académico) en las inauguraciones de dichas exposiciones y de escribir en los programas de mano, catálogos y libros dedicados a estos actos. Este fue, entre otros, el caso del libro Instantes robados, sobre la obra de Muchnik, que el Instituto Cervantes acogió en varias de sus sedes europeas.

De entre los logros de aquellos años es obligado mencionar la obtención para la Universidad de Oviedo del Legado Monterroso. El diario La Nueva España lo explicaba con toda claridad: “Los buenos oficios de Marta Cureses lograron convencer a Bárbara Jacobs de que la Universidad de Oviedo (que) era una de las instituciones españolas que ella barajaba –la Biblioteca Nacional y la Casa de América, entre ellas– la que reunía mejores condiciones, al garantizar el cuidado, la catalogación y la investigación de los fondos” (P. R. LNE, 9/04/2008). Bárbara Jacobs es la viuda del célebre escritor, precisamente distinguido el año 2000 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

 

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Para no abusar de la paciencia de los lectores y lectoras, cierro estas líneas rememorando algunos momentos en los que compartí experiencias amistosas y profesionales con Marta Cureses. Por ejemplo, cuando impartimos un curso de doctorado bajo un sugerente título propuesto por Marta: Art in the box. Se trataba de un guiño a las ‘cajas Cornell’, que los alumnos tenían que hacer a la par que seguían las enseñanzas sobre las músicas propuestas en este seminario al alimón. Fue una hermosa experiencia.

Asimismo, la profesora Cureses dirigió durante varios años una serie de cursos de verano que gozaron de gran aceptación y que traían a Asturias a destacados estudiosos y compositores. ¿Cómo no recordar aquella ocasión, –en julio del 2000– en la que con un grupo de alumnos y alumnas interpretamos Menaje, de Carlos Cruz de Castro? Por no hablar de los viajes a congresos como los de  Alicante (2002) sobre música contemporánea y musicología; o el de Granada (2000) , titulado Dos décadas de cultura artística en el franquismo

La generosidad de Marta Cureses siempre sorprende. En cierta ocasión, pasé a saludarla por su despacho y me regaló la segunda edición del libro sobre González Acilu, que acababa de salir. Le pedí que me lo dedicara y me respondió que ya estaba dedicado. Pero yo no encontraba la dedicatoria, que imaginaba manuscrita con su personal caligrafía. Y es que no me había dedicado un ejemplar, sino la edición, con sus letras de molde en una esquina de la página. Así es Marta. Todavía en 2022 (en este caso junto con las profesoras Celsa Alonso y María Sanhuesa) formó parte del trío de colegas editoras del libro Virtus magistri, que fue un precioso y sorpresivo homenaje en mi adiós a las aulas.

De todo lo anterior se desprenden tres conclusiones: una, que la doctora Marta Cureses ocupa un lugar de honor en el mundo de la musicología contemporaneísta española; otra, que harían falta muchas más páginas para perfilar mejor su trayectoria; y, en tercer lugar, que la Academia de San Fernando está de enhorabuena.

 

 

Foto:

Cortesía d4 Marta Cureses de la Vega. Ceremonia de su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (23 de febrero de 2025). 

Web de la Academia:

https://www.realacademiabellasartessanfernando.com/