sábado, 1 de febrero de 2025

La plaga de las malas traducciones de términos musicales

 


Desde que, a mediados de los ochenta, tuve una experiencia profesional como traductor, no he dejado de leer cualquier texto traducido (de música u otros) con una mezcla de admiración y desconfianza. Admiración porque conozco la enorme dificultad de este oficio. Desconfianza, porque me he encontrado con demasiadas traducciones erróneas o mejorables. Resulta evidente que cuando un libro acumula muchosfallos en la traducción de los tecnicismos musicales, es porque el traductor no conoce suficientemente bien el lenguaje de esta disciplina, aunque posea un notable dominio de la lengua de origen del texto que ha traducido. Existe además el escollo de los términos antiguos, hoy en desuso y ajenos a la formación ordinaria de los músicos. En esta ocasión espigo para El otro a ratos unos pocos ejemplos, a modo de mínima muestra de un posible trabajo de mayor envergadura sobre el tema.

 

***

Aulós y tibia

Si vamos al mundo antiguo, creo que una palabra griega un tanto problemática es ‘aulós’. Lo digo porque en muchas ocasiones la vemos traducida como ‘flauta’ o también como ‘flauta doble’. Ahora bien, las flautas son una tipología de aerófonos en los que el aire llega a un bisel, bien directamente, como en las flautas traveseras, bien a través de un conducto, como en las flautas de pico. Sin embargo, el aulós es generalmente un aerófono de doble lengüeta, del ámbito de los oboes. Su sonido era muy distinto, penetrante y chillón según antiguas descripciones, hasta el punto de arrostrar un estigma dionisíaco por su uso en celebraciones relacionadas con los dioses de la tierra. No faltan quienes, conociendo esta sustancial diferencia organológica, lo llaman ‘doble oboe’. Es correcto, pero puede desorientar un tanto, pues el oboe es hoy día un instrumento evolucionado y de amable sonido. 

Un buen número de traductores se limita a aprovechar el término original y lo llaman directamente ‘aulós’. Y algunos pocos lo castellanizan como ‘auló’, aunque con escasa fortuna y sin reconocimiento de la RAE. Yo me quedo con ‘aulós’, lo mismo que prefiero ‘diapente’, ‘proslambanómenos’ o ‘mese’ a su significado de ‘quinta’, ‘nota añadida’, ‘media’, respectivamente. Los prefiero, naturalmente, solo para hablar de la teoría griega, como se ve en muchas aportaciones de la tratadística musical hasta el siglo XVIII.

Cabe añadir que la ‘tibia’ es el nombre latino del aulós, por lo que tenemos la misma casuística y resulta aconsejable dejarlo tal cual en castellano: tibia. La tercera acepción del diccionario académico define este término simplemente como ‘flauta’, lo que implica dos cosas: una, que ‘tibia’ se puede usar en español con sentido de instrumento; y dos, que la confusión está extendida hasta en las más altas instituciones. Es como si en el Diccionario de la Lengua Española se nos dijese que la sardina es un pez perteneciente al suborden de los escualos, en lugar de clasificarlo como teleósteo y fisóstomo. O sea, que una sardina no es un tiburón, del mismo modo que un aulós o una tibia no son flautas. Y si en el citado diccionario se tienen en cuenta las taxonomías de plantas o animales, no se explica que las ya antiguas clasificaciones de instrumentos –las cuales parten de la misma mentalidad científica de las otras– no sean consideradas a la hora de redactar la definición. Y eso que el sistema Hornbostel-Sachs,se usa desde hace más de un siglo y, además, no es el único. Matizo que el Diccionario histórico de la Lengua Española recoge esta palabra en documentos que arrancan del siglo XV, También define a la tibia como instrumento de doble lengüeta, lo que resulta mucho más apropiado que la escueta equivalencia entre tibia y flauta del diccionario ordinario.

 

***

 

Entonador del órgano

Estos días, leyendo un ensayo sobre Julio Verne, me recreo en la parte dedicada al relato titulado El señor Re sostenido y la señorita Mi bemol. En él salen a relucir los amplios conocimientos musicales del escritor francés. Todo va sobre ruedas hasta que veo que al ayudante del organista Effarane se le define como ‘soplador’. Compruebo que el término francés es ‘souffleur’. Lo que hacía este ayudante era encargarse de los fuelles para el aire. Es decir, que era un ‘entonador’, según el uso secular de este término en castellano. Las actas catedralicias abundan en referencias a los entonadores como encargados de los fuelles y miembros imprescindibles en la vida de las capillas de música antes de que hubiese motores eléctricos para la provisión del aire del que se alimentan los órganos. La ilustración procede del Syntagma musicum, de Praetorius (s. XVII). Muestra a dos entonadores activando los fuelles con los pies, aunque había otros procedimientos que se operaban con las manos. En el Manual del organista, de Hugo Riemann, se describe alguno muy curioso.

Volviendo a la traducción, se añade el problema de que la voz ‘soplador” no solo es inadecuada por lo dicho, sino también porque alude en nuestra lengua al que sopla por un largo tubo en la fabricación artesana de objetos de vidrio. Puede que haya habido un feo descuido, pero vale para poner de relieve la dificultad del arte de la traducción de léxicos especializados. También sirve de disculpa para recordar a estos agentes, hoy olvidados, pero antaño fundamentales para que los órganos irradiasen su sonora majestad.

 

***

 

Barras, medias notas y otras lindezas

Hace muchos años compré y leí una serie de libros dedicados a los géneros musicales (sinfonías, conciertos…). Aquí la situación pasaba de castaño oscuro, porque se decían cosas como ‘en la cuarta barra’, cuando lo correcto sería traducir ‘bar’ como ‘compás. Por cierto, he comprobado que actualmente, con mucho más peso del inglés entre los jóvenes, nadie se corta y aparecen barras en las rimas de los raperos, en los comentarios de YouTube y hasta en la sopa. Pero esto no tiene que ver con los problemas de traducción, sino con la etapa embrionaria de un posible anglicismo.

En dicha colección, para colmo de males, se nombraban las figuras de la música con la traducción literal de las denominaciones en inglés americano: media nota, cuarto de nota, octavo de nota, etc. (blanca, negra, corchea, etc.). Había párrafos incomprensibles. Acredité que varios de estos libros habían sido vertidos al español por el mismo traductor en un tiempo récord. Cabe deducir que el oficio de traductor está mal pagado, salvo en contadas excepciones de autores, obras y traductores. Ello da lugar a que sea necesario trabajar en modo Stajánov y producir rápida e incesantemente. Como consecuencia, los resultados pueden no ser los deseables. También he visto en otros textos la expresión ‘punto de órgano’, calco del francés ‘point d´orgue’. Ahora bien, las cartillas de solfeo más elementales no hablan de ‘punto de órgano’, sino de ‘calderón’.

 

***

 

Tritono y tritón

Como último ejemplo, recordemos el caso de cierta traducción de El sobrino de Rameau, de Diderot. En lugar de ‘tritono’ (intervalo de tres tonos) nos encontramos cara a cara con un ‘tritón’: es decir, con un «anfibio urodelo», según precisa la RAE. O bien, en otra acepción, con un ser mitológico cuya mitad superior del cuerpo es humana, en tanto que la mitad inferior es de pez. Entre Fa y Si hay un tritono, calificado antiguamente como el diablo en la música. No contentos con la fuerte personalidad de este intervalo, algunos lo adornan con anfibios o seres mitológicos. ¡Que le vamos a hacer! No todo acaba aquí, pues en la misma edición se habla de «fragmentos inarmónicos», lo que sugiere que no son armónicos, cuando en verdad habría que utilizar la palabra ‘enarmónicos’ (‘enharmoniques’ en el original), de milenaria tradición en la teoría musical, aunque no siempre con el mismo significado.

Una cosa más. En estas líneas se mencionan diversos casos y algunas obras, pero no se alude a ningún traductor, por aquello de que se dice el pecado, pero no el pecador. Y también porque no pocos errores son comunes a diversos traductores de la misma obra y no es plan de citar a unos y olvidar a otros.

 

Ilustración

Fuelles y entonadores de órgano (detalle). Praetorius: Syntagma musicum, 2 (Wolfenbüttel, 1619), Web:

https://www.google.es/url?sa=t&source=web&rct=j&opi=89978449&url=https://archive.org/details/imslp-musicum-praetorius-michael&ved=2ahUKEwjKmKTizYmLAxX0BNsEHYmeGy0QFnoECBYQAQ&usg=AOvVaw0O4I4ehR_ZFrIlyTt2fTUX

 

 

 

 

 

 

0 comentarios:

Publicar un comentario